Por Fatiga
Las grandes selecciones -Brasil, Alemania, Italia, Argentina- tienen la casi obligación de entrar entre los cuatro primeros puestos en un mundial. De allí que ser eliminados en cuartos deba ser entendido como un fracaso. Sin embargo, la selección fue recibida y no por el grupo de exitistas de siempre que quieren sacarse una foto cerca de los jugadores, sino por una multitud que coreaba: “que de la mano / de Maradona / todos la vuelta vamos a dar”.
Se festejó como los grandes hitos. Para muchos, inesperadamente. Una recorrida por los canales de noticias y los de deportes mostraba la enorme sorpresa de los periodistas ante semejante recibimiento. Al mismo tiempo el Scratch (la selección Brasilera) era recibida en Brasil con abucheos e insultos.
Ni Maradona ni los jugadores podían entender el festejo. Es que venían de un 4 a 0 abajo. Ese equipo bastante resistido antes del mundial, que tenía obligaciones por tener a los goleadores de las principales ligas europeas, por tener al mejor jugador del mundo (como técnico) y al mejor jugador del momento, que había clasificado de manera angustiante, que había sido goleado por Bolivia, que no había podido demostrar buen fútbol, volvía derrotado con un humillante –en los números- cuatro a cero. Había ganado tres partidos jugando bien contra equipos muy inferiores y un cuarto jugando bastante mal contra México.
Pero una multitud los recibió, alborozada, agradecida, gratificada por el esfuerzo, coreando sus nombres, incluído el de Messi, al que por primera vez se aceptó con verdadero reconocimiento, y cantando como si el campeonato que acababan de perder estuviera recién comenzando.
¿Y qué pasó? ¿Por qué la gente quiso dejar sentado que apoya decididamente a esta selección? Va interpretación.
En esta Argentina del todo o nada es obvio que la Selección y en especial el Diego, están identificados con la causa Nacional y Popular. Con la buena onda. Con el “se juega como se vive” que propone 678. Con la candidatura de las Abuelas al premio Nobel. Con la fiesta del Bicentenario. Con la gente en las calles. La Selección fue parte de la alegría con su juego. La Selección también propuso un sueño.
No faltaron quienes preferían que perdiera, por lo que significaba. La corpo mediática había jugado sus fichas anticipadamente en contra, asociando a Maradona y su gestión con el Gobierno. Es que el fracaso sería el fracaso de Grondona, el que les canceló el contrato del fútbol privado. El de Diego, que había salido a bancar el fútbol para todos. Lo que demostró la Selección en los primeros partidos y el entusiasmo que generó, los obligó a moderar su discurso. Hoy, con el resultado a la vista, empezaron a salir desbocadamente a reocupar el terreno perdido y se encontraron con un violento parate de parte de la gente que indudablemente salió a respaldar al equipo y en especial a Diego.
Hay que hacer notar que sacando a alguno de los defensores, no hay casi jugadores resistidos entre los seleccionados y por eso las críticas le corresponden todas al técnico por su planteo y por sus decisiones, pero la gente eligió con precisión de cirujano apoyar al equipo y sobre todo hacerle tremendo aguante a Maradona. Creo que el mensaje está muy claro. Falta que Cristina los reciba en la Casa de Gobierno.
Para cerrar, un pequeño detalle. Del ’90 en adelante –por tomar un período caprichoso- hemos tenido muy buenos jugadores y mejores y peores técnicos y sin embargo no pudimos superar los cuartos.
Lo que representó la Selección en estos días fue una extensión de lo expresado en el Bicentenario, ahora tenemos que mantenerlo y seguir demostrándolo, porque la alegría que lo genera es consecuencia de lo que nos está pasando y no a la inversa.
Por algo será.